No era la manera de enfrentarse al personaje sino la de situarlo de forma que hubiera una transición hacia el muro. El truco está en la lámpara. Cartier-Bresson lo usó en más de un retrato. Tengo a la vista el de Julien Gracq. La fórmula funciona muy bien; En ambos casos –en el de Cartier-Bresson y en el de Todd Hido- la lámpara está apagada. Es la pantalla y no la bombilla la que se utiliza como fuente de luz para contrastar la parte más oscura del sujeto. En el caso de la mujer de Hido, la falta de luz refuerza la representación de la tristeza. La mujer, inscrita entre las dos líneas verticales de la pared, está muy cerca de la lámpara; casi busca su protección. En el retrato de Gracq, un escritor de paisajes someros, el cono truncado dulcifica mucho su gesto y a la vez lo ennoblece.
El siglo moderno, editado por La fábrica, recoge una excelente selección de fotografías de Cartier-Bresson. El texto de Peter Galassi explica muy bien las intenciones del fotógrafo, su forma de hacer y sus habilidades. La importancia de las relaciones personales y los buenos modales para hacer retratos quedan a la vista en este libro, lo mismo que la falta de respeto de las editoriales a la hora de publicar el trabajo de los fotógrafos.
La fotografía se ha banalizado, como todo, por otra parte. O ha salvado las diferencias modernas.
ResponderEliminarY la luz resultaba no ser tan decisiva a la hora de retratar, por supuesto. Hay que cuidar a los fotógrafos, pero, quién cuida de los retratados?
un lector.
Estimado Lector:
ResponderEliminarNo estoy muy de acuerdo con las referencias a la banalización y la luz. En fin; maneras de ver. En cuanto a los retratados, son los buenos fotógrafos quienes cuidan de ellos.
Saludos,
M.
Hablando de protección de los fotógrafos, algo que he leído por ahí.
ResponderEliminarhttp://www.pacoelvira.com/2010/10/las-clausulas-de-algunos-concursos.html
Saludos,
un lector.