Mientras miraba el pájaro muerto recordé el consejo de Eduardo. Siempre que escribo sobre ornitología me escribe para decirme: lee El diario del hombre pálido. ¿Qué tendrían que ver estas anotaciones sin valor con los gustos literarios de un amigo periodista? Para que no quedara tan expuesto acerqué el cadáver con una ramita al tronco del chopo y luego conduje hasta una librería.
Feliz Navidad (y entono un tenue requiem por el pájaro finado. Tengo pendiente un post sobre pájaros muertos y vida animal en la ciudad, esa vida alternativa con su propio censo de nacimientos y muertes del que no hay registro).
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