25/2/09

Miércoles de ceniza

6 comentarios:

  1. Qué lejos quedan aquellos miércoles de ceniza. Extraños ritos que suenan ya a cosa circense.

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  2. Es de los pocos signos religiosos a los que encuentro todavía algo de sentido, tal vez porque la frase no tiene moraleja: polvo eres y en polvo has de convertirte. Fin.

    ¿Aún se practica? A ti ¿adónde te llevaban?

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  3. Anónimo25/2/09

    Ni son extraños ni tienen nada de cosa circense, salvo que el circo haya cambiado mucho en los últimos años y yo no me haya enterado. Hoy el sacerdote exhortaba, al imponer la ceniza, a convertirse y creer en el evangelio, nada más. Y nada menos. El día de hoy abre un período de cuarenta días en que los cristianos tienen más presente el ayuno, la oración y la limosna, tres caminos para hacer más presente el amor a Dios y el amor a los demás hombres, para preparar mejor la fiesta de la resurrección del Señor, que está en el centro de la vida cristiana. Etcétera.
    vidal

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  4. A mí que te pongan ceniza en la frente me parece circense, pero mi concepto de lo circense es muy amplio, vidal. El rito lo hacíamos en el cole, antiguo El Huerto, e íbamos en fila recta, india, a que el padre Marino o el padre Morán nos pusieran ese polvo en la testa qué no sabíamos bien qué simbolizaba, para que servía, ni qué significaba.

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  5. Anónimo26/2/09

    La imposición de la ceniza es una manera muy plástica de recordarnos que, como seres humanos, estamos avocados a la muerte. Pero como hijos de Dios estamos llamados a la vida eterna. "Los hombres inventan nuevos ideales porque no se atreven a poner en práctica viejos ideales", leo en Chesterton (Lo que está mal en el mundo, Acantilado, 2008). Como diría el otro, las palabras clave son: poner en práctica.
    vidal

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  6. Entonces tendríamos que decir que el rito de la ceniza no es sino un trasunto de otro más antiguo y hoy pagano: el del muchacho que detrás del César vencedor en la auriga le susurra al oído tres cuartos de lo mismo mientras sostiene sobre su cabeza la corona de laurel. Tal vez por eso la Iglesia olvidó añadir el colofón. La Iglesia hace exactamente lo que Chesterton reporcha.

    Chesterton escribe muy bien, pero tiene truco. Utiliza un patrón fácilmente identificable...¡Qué horas! Que no llego. Hablamos.

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