Junto al cruce con Joseph Sansboeuf hay un antiguo cajero automático. Cerca del techo, un espejo convexo permite comprobar si hay riesgos a la hora de retirar efectivo. Es un decir. Si alguien se acercara con intenciones aviesas, sólo habría tiempo de asustarse doblemente antes de ser atracado. Mientras tanto el reflejo de los fluorescentes hace su juego y detrás, una esquinera metálica recibe apenas la luz de las farolas. No tengo intención de sacar dinero, sólo curioseo un poco; el tiempo suficiente para que la cancela comience a bajar sin ruido ni previo aviso. Podría haber reaccionado a tiempo, salir enseguida; pero no me doy cuenta hasta que veo el cierre a media altura, reflejado en el espejo. Qué poca gente pasa por la calle después de las diez de la noche.
"Si erés francés, a las ocho en casa estés". Perdón por este casticismo tan poco ad hoc uado en este contexto. Un saludo
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