6/1/08

Jugadores de Frisby



A cinco minutos andando está la pequeña playa nudista de Las Gaviotas. No es obligatorio quitarse la ropa. Hay un chiringuito regentado por un tipo de tez morena y abundante pelo cano, rematado en una coleta corta. Atiende al nombre de Charly. El menú es casi fijo; es un basic para ciudadanos del norte que se tuestan en diciembre, lejos de casa. (Imagino a Brueghel preparando un boceto para una escena invernal.) A lo que iba: enorme ensalada de frutas y verduras, cultivadas con una media de catorce horas de luz por día, según Charly. El aliño no resulta apropiado: la sal no funciona igual en una hoja de lechuga que en una fresa. Hay también tortilla de patatas, hecha con huevina para evitar desparrames y unas sardinas algo bastas. Si no se buscan exquisiteces, uno se puede poner hasta aquí por doce euros.

Un poco de charla durante el café. En el borde de la playa, dos muchachos sacados de los frisos del Partenón juegan al frisby con riesgo evidente en caso de error en el lanzamiento. Regalé hace unos días Contra la desnudez de Óscar Tusquets a C.L. Ya me ha dicho que lo lea. De Tusquets me interesa muy poco su arquitectura, algo su pintura y mucho su forma de escribir: es absolutamente claro. Mientras miraba a los jóvenes bronceados y aparentemente desentendidos del mundo me di cuenta ¡qué tarde! de que la impudicia no estaba en mostrar ciertas partes del cuerpo, sino en mostrarse joven: "Qué vergüenza" no significaba entonces "cómo se te ocurre besar a una chica en público", sino "cuánto más joven que yo eres". Recuerdo el sermón de don Teófilo el domingo antes de las fiestas de agosto poniendo a caldo a las chicas que tomaban el sol en bañador junto al río. Las llamó “carne barata.” Él, desde luego, conocía el asunto de primera mano: tenía un observatorio perfecto desde la barandilla del jardín de la iglesia.

A esta edad en la que a los hombres el tejido mamario nos gasta bromas de mal gusto o las piernas se llenan de varices, a esta edad, un día de invierno frente al Atlántico te das cuenta de que el reproche siempre va dirigido hacia quien lo profiere, hacia quien, por un motivo u otro, dejó pasar su tiempo.

P.d.: leo ahora esta reseña de Azúa.

1 comentario:

  1. Anónimo16/2/08

    En la 5ª Advertencia previa del Libro de O.Tusquets, el autor da un argumento muy interesante para no votar. El indebido uso del duetto " compañeros " " compañeras ", cunado el témino masculino debe considerarse neutro.

    Lo entiendo perfectamente. Para mí también lo sería oir a Esperancita decir " amiga de sus amigas " o al Ministro de Cultura utilizar la palabra " escenario " fuera del Teatro.

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