Busco en el callejero, y aparece Zatopkova cerca del estadio de Strahov, el impresionante y desmesurado estadio de las espartaquiadas, para situarme un poco en el cuadro, aunque por mucho que lo miro no veo al observador reflejado en el cristal de la puerta.
Esa cortina tan grácilmente curvada sobre la caja... La primera pregunta es quién está dentro, y la segunda, qué hay en las tres cajas.
En efecto, son los bajos del Estadio Strahov, una construcción tan estatalista y desolada que da miedo hasta pintarla. Allí muere la avenida dedicada a la atleta Zatopkova. El observador se ha retirado por pudor. ¡Qué frío hace aquí arriba!
Busco en el callejero, y aparece Zatopkova cerca del estadio de Strahov, el impresionante y desmesurado estadio de las espartaquiadas, para situarme un poco en el cuadro, aunque por mucho que lo miro no veo al observador reflejado en el cristal de la puerta.
ResponderEliminarEsa cortina tan grácilmente curvada sobre la caja... La primera pregunta es quién está dentro, y la segunda, qué hay en las tres cajas.
En efecto, son los bajos del Estadio Strahov, una construcción tan estatalista y desolada que da miedo hasta pintarla.
ResponderEliminarAllí muere la avenida dedicada a la atleta Zatopkova.
El observador se ha retirado por pudor.
¡Qué frío hace aquí arriba!