11/10/05

Parecidos razonables II

1 comentario:

  1. Anónimo13/10/05

    Ese momento en que aún no ha comenzado el espectáculo, probablemente la ópera (trajes de gala en la sala): ni siquiera los músicos están en el foso, cosa de mérito, y no hay nada que mirar enfrente. Llegan los primeros y además tienen malas localidades: para nada sirve llegar el primero porque hay un orden anterior que ha asignado los asientos. Y comienza el ritual: dejar el abrigo, mirar atrás, estirar las piernas, salir a fumar un pitillo, con buen ánimo, como el futbolista que calienta motores en la banda antes de saltar al campo, como el tenista que pelotea y hace flexiones. Esperar que lleguen los demás, todos los demás, para que aquello a lo que ha acudido tenga sentido y se convierta en una cosa memorable: un éxito. Y mientras tanto, esos pocos minutos de incertidumbre, de angustia, de paz para zambullirse en el programa o en el vestíbulo.

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