Dicen que los aeropuertos se han convertido ya en los nuevos centros de ocio, que en un día pueden pasar por un aeropuerto como el de Madrid tantas personas como habitantes tiene la ciudad de Murcia. Pero usted encuentra siempre ese rincón habitado por fantasmas que han dejado cerrada la puerta número 47, una arquitectura confusa, inquietante, abstracta, ese rincón al que llega únicamente el que se ha perdido, o el que tiene tiempo para perder en un lugar que está en ninguna parte: el aeropuerto.
Dicen que los aeropuertos se han convertido ya en los nuevos centros de ocio, que en un día pueden pasar por un aeropuerto como el de Madrid tantas personas como habitantes tiene la ciudad de Murcia. Pero usted encuentra siempre ese rincón habitado por fantasmas que han dejado cerrada la puerta número 47, una arquitectura confusa, inquietante, abstracta, ese rincón al que llega únicamente el que se ha perdido, o el que tiene tiempo para perder en un lugar que está en ninguna parte: el aeropuerto.
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