4/5/05

¿Brillo o mate?

3 comentarios:

  1. Anónimo6/5/05

    No es el edificio Windsor de Madrid pero sí parece que se puedan entrever ahí, en esas ventanas atravesadas por la estela de las fluorescentes, los fantasmas del edificio madrileño, que pasó del brillo del incendio al mate de la chamusquina en una sola noche. Por lo demás, ayer por la mañana estaba Londres precioso, sobre todo cuando no se nublaba. Cerca de Regents Street encontré una galería de antiquités formada por una acumulación de cuchitriles o mechinales, que diría Trapiello al morir Don Quijote. Mientras un tipo de apariencia normal (¿qué será eso?) disfrutaba enseñando el hallazgo de un cuchillo de campaña a una vecina, un hombre de aspecto poco normal, decrépito, maltrecho, sucio y ensimismado, junto a su puestecillo de trenes viejos de hojalata echaba pan a los peces de un pequeño estanque. Muchos puestos cerrados a mediodía y los vendedores amontonados en un cuchitril de doble tamaño comiéndose las tarteras con té caliente y haciendo negocis. Faltaba el aire, porque aquel desván de insensateces y de inutilidades estaba fuera del tiempo. Al salir ya se había nublado: me abrigué un poco y me fui para el tube.

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  2. Anónimo6/5/05

    Los fantasmas del edificio tienen una presencia más real que los hombres y mujeres que viven en los mechinales de las antiquités. Después de todo, en el edificio atropellado por la velocidad de la furgoneta y la torpeza de la cámara de usar y tirar, uno puede imaginarse a sus habitantes y resultan creíbles, pero en el mechinal de Regents Street hay gente tan real que resulta inconcebible, improbable y hasta imposible: no puede ser que estas gentes sobrevivan aquí haciendo esto, tienen que ser fantasmas o pesadillas.

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  3. Anónimo6/5/05

    La diferencia entre una persona normal y otra anormal está únicamente en los adjetivos: la primera no usa, la segunda los acumula de cuatro en cuatro. Cuanto más normal es una persona menos adjetivos se nos ocurren. La diferencia entre escribir acerca de una persona normal y otra anormal es cuestión de talento: cualquier adjetivo en el primero nos parece redundante, cualquier adjetivo en el segundo nos resulta escaso. La realidad supera a los adjetivos.

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