11/10/11

Mao & Co.






















El atrio del hotel Lijiang Warterfall tiene la altura de diez pisos. Hay un escenario sobre el que han sentado las figuras de cera de Mao Zedong, Zhou Enlai y un tercer padre de la patria que no reconozco. Se celebra el fin de fiesta del congreso de productos de belleza Devi. El presentador del espectáculo pone orden en la fila de asistentes que desean fotografiarse con los muñecos. Una música triunfal anima el acto. Desde donde estoy puedo ver que la mandíbula del Mao está articulada: de vez en cuando se abre y se cierra en un gesto mecánico, como el muñeco de un ventrílocuo. Al poco, la figura de Zhou Enlai parece quebrase y el tronco se escora a la derecha; el brazo se separa levemente del cuerpo y sin desviar la mirada, agarra una botella de agua que está en el suelo. Cuando acaba la sesión, media docena de guardias de seguridad escoltan a los tres actores para que el público no pueda acercarse a ellos. Caminan con gestos mecánicos, con el rictus aprendido de aquellos a quienes imitan, mientras el sudor les resbala por el maquillaje. Ni un solo gesto de más: auténticas fotos andantes. Sin que la música deje de sonar, los empleados del hotel desmantelan el salón en un tipo récord.

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