Querido P:
Gracias por tu recomendación. He leído Limónov casi sin pausa y, si se puede decir así, en el mejor
momento. Mientras el protagonista viajaba a Yugoslavia, los soldados de Putin
entran en Crimea. Las aventuras de este tipo inclasificable me han hecho
entender que no es tan difícil perderse a la hora de elegir un bando. El
ejemplo de Ucrania es una muestra más. Quién es el golpista, quién el invasor.
Las confusiones entre partidos, tendencias o movimientos no nos son tan ajenas. De hecho,
cambiando lo que se deba cambiar, todo es muy parecido y por encima de las
ideas, claro, el dinero. La narración de la caída de la URSS y la venta de
empresas públicas resulta escalofriante. La angustia de quienes quedan
orillados en las cunetas de la miseria hace entender muy bien la añoranza del
comunismo.
He disfrutado con el retrato de las mujeres de Limónov y he
buscado la fotografía de Elena. Si no recuerdo mal, Carrère no acaba de
describir la imagen por completo. No cuenta que Elena está sentada sobre una
bandeja, servida como una cena exquisita.
No sé si ahora se conforma con menos pero da la sensación de
que las redes sociales lo igualan todo. Aunque
tenga dos millones de lectores rusos y
en su blog mande a Obama a la mierda, la cosa no suena igual. Falta ese
romanticismo violento que Carrère describe tan bien.
Nos vemos pronto,
Extras:
Soy yo, Eddie traducido al español, en PDF
Todo sobre Limónov (En francés)
Limónov. Lo tengo en la lista. Pero hay otros dos delante. Lectura oportuna. Igual hago trampa y lo salto. L.
ResponderEliminarDale, dale.
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