2/8/13

El verano

Bajo hacia el río. Conduzco por una pista muy inclinada. Normalmente se va andando. Yo lo hago en coche y tengo miedo de que el pie no aguante de tanto usar el freno. Podría atropellar a alguien o despeñarme por el barranco. Hay que hacer mucha fuerza y me canso. Tal vez debí bajar como todo el mundo, pero después del baño la caminata cuesta arriba acaba enseguida con la sensación de frescor.

Al final del camino, en el valle, hay tal vez otro sueño:  el río forma una larga sucesión de meandros  entre los que se alzan algunos promontorios cubiertos de vegetación. Uno puede bañarse aquí y allá en medio de un paisaje que parece pintado por El Bosco. La temperatura es mucho más agradable que arriba, aunque no llego a saber si finalmente entro en el agua.


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