4/8/13

El casco de los barcos

Tenemos, por llamarlo así, un apartamento sobre el muelle de cemento. No está amueblado. Es verdad que hay una mesa de plástico y unas sillas pero no mucho más. Su atractivo está en que, desde la puerta de entrada o desde la ventana, la vista  es muy original.  Se ve al fondo el horizonte del mar, encerrado entre los espigones de entrada del puerto. El tráfico de barcos mercantes es constante. Cuando pasan cerca, solo tenemos frente a nosotros el color del casco. El apartamento es el penúltimo de una larga fila de minúsculos adosados que casi llegan hasta el final del muelle. Si no tienes cuidado, puedes caer al agua cuando sales de la casa. A las tardes, el sol entra de lleno en la habitación y marca las líneas de sombra con total exactitud. solo los rodapiés hacen saltar las diagonales.


Hoy me he dado cuenta de que cada uno dispone de una barca de plástico hinchable, con la que pasear por el puerto. Invito a otros dos hombres que también pasan aquí las vacaciones a compartir el paseo. El bote tiene un tamaño infantil y, al poco de zarpar, el viento levanta la proa como si fuera una vela y nos arrastra lejos del muelle. Estamos en mitad del puerto. Un remolcador, un petrolero o cualquier otro barco se nos puede llevar por delante sin enterarse. Antes de que se produzca un momento difícil, el viento se detiene entonces  veo que hay un pequeño remo sujeto contra el costado.

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