26/5/13

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Durante los últimos meses muchas vallas publicitarias han estado vacías. Las agencias se quejan de la falta de trabajo. Se gasta menos en anuncios, como en otras cosas.

La renovación de los carteles siempre ha sido un espectáculo en miniatura y los restos,  tras el cambio, un pequeño tesoro: los trocitos de papel encolado, movidos por el viento o los bloques de hojas que forman capas duras como cartón, tienen el mismo atractivo que las vallas metálicas en espera de recibir una nueva imagen.


Hace unos días, dos operarios me regalaron un fajo de hojas sueltas sin usar: una furgoneta en rectángulos de grano grueso. Me habían preguntado qué buscaba en la basura después de que tiraran los restos del anuncio recién sustituido.

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