"Como contraste a esta gente alegre y agradable, está mi
vecino más cercano, que vive en el piso de abajo. Es dueño de un perro, un
enorme, rojo, loco y galopante animal que ladra y aúlla en la escalera. Su dueño, que
considera la casa como propia y al resto de nosotros como usurpadores, deja a
este monstruoso vigilante custodiar la escalera. Si vuelvo tarde y voy subiendo
vacilante las escaleras y mi pie llega a tocar algún suave objeto peludo,
entonces se quiebra la paz nocturna. En la oscuridad veo dos cuentas fosforescentes
lanzando chispas y toda la retumbante concha de la espiral de la escalera se
llena de ruido: un ruido que resulta en una puerta que se abre y en un hombre
que sale para aplastarme y aniquilarme –a mí, la parte agraviada− con una mirada furiosa.
Yo ciertamente no digo lo que siento pero siempre siento que soy la parte
culpable. Acusado por los propietarios de perros, el resto de la humanidad es
culpable".
Solo
August
Strindberg
Ed. El cobre
Recuerde lo que le pasó al Peri: se empieza pegando a un perro...
ResponderEliminarVidal
¡Lo había olvidado!
EliminarDe todas formas, ya ve usted que ni Strindberg se liaba a patadas con los animales.
No he de quejarme. Ayer leí durante dos horas y media out door que para mí es ya una marca difícil de alcanzar si no estoy drogado. Me he puesto al cuello una rueda de salchichón con cuerda y todo.
Saludos,
Yo ando con Joseph Roth, que tampoco es manco. Saludos y a disfrutar, que ya falta menos para la etapa prólogo.
EliminarVidal
Manco no , desde luego. Me da que es una autor que le viene a usted como anillo etc. La mismísima esencia y miseria de la Europa central hecha novelas modernas.
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