El arengario. A Ródchenko le preocupaba mucho la cosa de dónde echar los discursos y que se oyeran bien. En Cartas de Paris hay algunos ejemplos. De ahí salieron ideas estéticas muy buenas. Estructuras sencillas. El seis de julio a las 12:15 AM llamé al Ayuntamiento. Estaba en un balcón de la Plaza de Castillo, paralizado por el estruendo de un equipo de sonido que retransmitía el chupinazo. Desde las 11:30 se proyectaban en pantalla gigante, las entrevistas a nerviosos de todo tipo. A las 12:00 AM, el locutor chilló desaforado y hubo en la plaza un momento de alegría apenas perceptible. De inmediato un anuncio de Desguaces La Cabaña nos devolvió a todos al estado de zombies del que apenas habíamos salido un instante por la vibración del color rojo. Todos atendimos de nuevo a aquellas voces que, desde la impecable versión del Ministerio de la Verdad nos mostraba ahora al Acalde más feliz de Eurasia. Llamé al 010. La joven funcionaria prometió dar recado y al rato disminuyeron los decibelios. Será que toca, creí. Poco más tarde cesó la tortura. Eran las 12:30. Llamé de nuevo para dar las gracias o celebrar la coincidencia (lo segundo, seguro.) Salí a la calle a que, voluntariamente, me tragara el ruido y olvidar así que existe una Dirección General para esta materia.
Las fechas, con número. Como las horas.
ResponderEliminar"Era un 6 de julio".
Buenos días,
Mario