17/3/11

Reflectores

Llovió toda la noche. El lunes hubo un claro a primera hora. Salí fuera. El sol se reflejaba en las baldosas mojadas del paseo. El milano estaba de nuevo al acecho. Esta vez, iluminado desde abajo, casi podían contársele las plumas del vientre. Visto así no parecía tan negro. Su cuerpo es más bien pardo: el agua que queda en el cuenco de porcelana después de pintar una acuarela.

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