Y no me extraña. Que espíen otros, porque los resultados son estupendos. La fascinación por mirar no cesa y ya ni si quiera hay riesgo. Todo lo que hay que hacer es mover la cámara. 360 grados.
La privacidad, Google, el placer de saber, Wikyleaks -sólo para Occidente-. Las fronteras se difuminan y, sin saberlo, nosostros mismos nos espiamos o encarecemos nuestra propia deuda. Nos queda la estética, como en los imperios que se apagan. La diferencia puede estar en cuánto tiempo tarda ahora en desaparecer una potencia.
Wow. Nos queda la estética, cierto. Por eso volvemos a Nietzsche. Besos.
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