29/11/10

tres bajo cero

No he visto grullas. Con las heladas de estos días han caído las últimas hojas de los árboles. Las del arce son más naranjas cada año y las de la hiedra pierden para morir el rojo que tuvieron. Llegan al suelo en tonos rosas muy livianos y del fulgor del estío queda solo el peciolo. Ha helado esta mañana por primera vez. Unos cuantos operarios se demoran colocando baldosas en unas aceras. Llevan así meses, alrededor de la rotonda donde comienza la avenida Juan Pablo II.

La niebla acentúa la sensación de que no quieren terminar la obra. En el paisaje desleído veo las franjas reflectantes de los chalecos y las luces intermitentes de las carretillas mecánicas. Tres bajo cero. Un poco más allá, donde este verano acampó un circo de rumanos con cabra y llama, han abierto un enorme agujero para la cimentación de un edificio de viviendas. Paso al lado casi todos los días. Los estratos del corte vertical no presentan muchas diferencias: algunos grises más claros que otros y la tierra parda cerca de la superficie.

Las picarazas han decidido apartarse de la obra y duermen todas cerca de unas naves industriales que ahora se usan poco. Las parejas que tienen el nido junto a la oficina vienen de vez en cuanto al nido; cada vez con menos frecuencia.

3 comentarios:

  1. Amigo Passy, tienes que leer a Armendáriz y su 'Diario del hombre pálido'.

    abrazos

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  2. Y tú, querido Eduardo, debes leer con urgencia "Historia de un Ladrón" de Mercedes Álvarez.

    Te haré caso. Estoy cansado de Fumaroli y necesito unos días seguidos para el último de Sloterdijk. Tiene muy buena pinta pero no he pasado de la página 70. Me hace falta un poco del sosiego que no tengo para leer acerca de la ira.

    Un abrazo,

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  3. La pido ya mismo a la editorial. Le hablé de ella al tipo de prensa, solo que no recordaba su nombre, así que poco pudimos hablar.

    abrazos

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