C. y B. vienen a buscarnos en una zodiac roja y salimos costeando hacia Illettes. Más azules. Las profundidades cambian; hay fondos arenosos muy claros que caen enseguida hacia marengos más propios del Cantábrico. Llegamos al abrigo de Espalmador. Hay barcos de todos los calados. Casi en mar abierto, está anclado el Utopía: un yate enorme. Debe ser el segundo o el tercero más grande de los que navegan por el Mediterráneo. El hecho de que se alquile por semanas le quita encanto. Si es que tiene alguno ¿Quién quiere gastarse 350.000 € en siete días dentro de un barco que no tiene velas? Del costado de babor del Utopía zarpa una lancha de líneas elegantes con dos marineros a bordo. Cuando atracan en la playa veo su perfecto uniforme: bermudas largas azul marino, polo blanco y gorra de visera. Mientras uno de ellos se prepara para regresar, el otro desembarca con dos neveras de diseño rotuladas con el nombre del barco y se planta en la arena, junto a los bultos con los brazos cruzados, tensando un poco los bíceps. Me puede la curiosidad así que nado hasta tener una visión más completa de la escena. Se ha colocado entre dos parasoles de franjas blancas y negras a cuya sombra charlan tumbados dos grupos de jóvenes. No parece que tengan necesidad de refrescarse. La llegada de las neveras último modelo no les ha causado mucha ansiedad. A la derecha una joven se levanta decidida a bañarse. El marinero se pone en marcha de inmediato y se convierte en guardaespaldas. La chica entra en el agua y da unas brazadas. Él la sigue hasta que el agua le llega a la cintura. No se inmuta. Es feliz con sus bermudas empapadas y sabiéndose tal vez observado desde el yate. Busco un lugar menos profundo donde hacer pie. La chica pone fin al baño. Se tumba en la toalla a la sombra del hombre multiusos. Las neveras siguen herméticas en su sitio.
C. y B.
ResponderEliminarTengo ganas de que algún día te suceda algo digno de contar con algún amigo que se llame K.
Creo que los tienes, cuya inicial sea esa
Será todo más kafkiano...
M.P.
Tú también lo tienes. Sin embargo, al contrario de lo que pudiera suceder con Kafka, todo lo que nos pasa con K. es muy relajante. Él se encarga de que sea así. De todas formas, si te refieres a otros menesteres, ya sabes lo que hay: ese será un blog que escribiré dentro de 40 años y que -si a Chateaubriand no le importa- se llamará como el suyo.
ResponderEliminarSaludos,