Me he traído a la isla dos libros que son en realidad dos diccionarios hilados: Historias de la fotografía española de Foncuberta y Las armas y las letras de Trapiello. Con los dos pasa algo parecido. Son dos alejadores de fantasmas que pueden ponerse en la cabecera de la cama para que nos guarden de todo mal; o de alguno por lo menos. Conozco a quien le da pavor entrar en sagrado porque se le vienen las ánimas encima pidiéndole que le crucen “al otro lado “. Así mismo: no lo dejan en paz hasta que sale de la iglesia. No me sucede lo mismo. Ni mucho menos. Es más: me cuesta creer que otros pasen por este trance pero a veces, cuando me pongo en marcha en vacaciones, lo poco que sé de historia me sale al paso, embarullado, mezcladas las fechas y sin estar seguro de casi nada; sabiendo solamente que allá por donde paso ha habido bronca, batalla, carlismo, saco o lanzada y también todo se me viene encima. No en forma de espíritu suplicante pero sí de un cierto malestar propio del género. Muy cerca de donde paseo estuvo el penal de la isla en el que murieron algunas decenas de presos después de la guerra. Los relatos de esta historia son crudelísimos.
A lo que iba: dos libros para apartar fantasmas. Uno, bien conocido, el de Trapiello, que dibuja bien una tercera España liberal que no se desvanece por el imperativo de la adscrpción a uno u otro bando. El otro porque también deja a un lado cualquier prejuicio. Fontcuberta evita llamarse historiador pero da en sus artículos un panorama muy completo de la historia de la fotografía en España. Dos casos particulares: el de Ortiz de Echagüe al que ubica con enorme delicadeza junto a la generación del 98. No sé si está por hacer la comparación de sus tipos españoles con las profesiones de Irvin Penn también pictorialista aprés la lettre. Y Joan Colom en su libro de Lumen Izas Rabizas y Colipoterras respecto del que Fontcuberta critica con elegancia el texto de Cela que no le hace ningún favor La comparación con otros libros del mismo tiempo e igual temática echa por tierra el conjunto por la forma de tratar Cela a la prostitutas. Éstas y Colom se merecían un texto más fino. La coincidencia de parecer entre Trapiello y Fontcuberta en cuanto al premio Nobel, si no es llamativa, al menos es curiosa. Hay mucho para más para decir: la entrada se hace larga y los mosquitos andan rondando los tobillos.
Da gusto tenerte de vacaciones. Las entradas, aunque largas, dices, son estupendas.
ResponderEliminarSaludos desde el mundo laboral
M.P.
Sobre la tercera España de Andrés Trapiello, una cita de Jordi Gracia (La resistencia silenciosa): "Desde hace unos pocos años ha prosperado un equívoco nefasto para entender lo que pasó en 1936. Ha habido una enfática defensa de la llamada tercera España como auténtica víctima de la Guerra Civil y, por lo tanto, como el único bando bueno de aquel conflicto, además de ser el mayoritario. Las orejeras ideológicas y los prejuicios políticos hasta ahora no habían dejado reconocer que la razón no estaba ni con los fascistas ni con los comunistas, ni con un bando ni con el otro. La tercera España encarnaba los valores de continuidad histórica que ninguno de los dos extremismos podía garantizar porque cada uno de ellos aspiraba a su propia revolución, fascista o comunista. Pero ya lo he dicho, se trata de un considerable equívoco porque tiende a olvidar que la guerra estalla cuando un sector del ejército se subleva contra el orden constitucional y entonces hubo que defender el orden vigente o aceptar el orden de los sublevados. Desde el 18 de julio no hay tercera España ya, y los dos extremismos en revolución se expanden justamente a causa de la guerra y no antes de la guerra. No fue ese tercer bando una posibilidad real y pensar lo contrario es wishful thinking en estado químicamente puro. Pertenece al ámbito de los deseos puros porque esa opción —sin duda, la mejor— es la de la paz, y en 1936 se declaró una guerra. Y desde ese momento hubo que decidir si la continuidad la encarna el levantamiento de Franco contra la República (es el caso de Ortega) o si la continuidad está con quienes defienden la legalidad democrática (como Juan Ramón Jiménez)".
ResponderEliminarEn fin, el libro de Gracia, que ganó el Premio Anagrama de Ensayo 2004— me parece un buen complemento para el libro de Trapiello.
Gracias por la recomendación, estimado anónimo.
ResponderEliminarLe echaré un ojo encantado. De todas formas ni del libro de Trapiello ni de mi comentario -espero- se desprende en absoluto que esa tercera vía equipare legalidad e ilegalidad. En el texto que usted reproduce se explica muy bien. Y precisamente se parecen mucho esas frases a la tesis de Trapiello: es precisamente tras el 18 de julio cuando la tercera vía se hace imposible porque se rompen las reglas del juego: y no solo ilusión como dice J. García, sino peligro de muerte.
Reduciendo el problema a lo esencial, se trata de una pura cuestión de derecho político. Por supuesto habrá -hay- quien justifique el golpe de Estado. Una vez alcanzado el poder, legislar es más o menos sencillo. Si hasta el principio de retroactiviad puede tener el carácter de "impropio" según el T.S. ...
Dicho esto, si me acerqué a "Las armas y las letras" fue después de vencer una antigua aversión personal por el asunto y de hablar con alguien que vivió en primera persona esto que se ha dado en llamar la tercera España sin saber siquiera de la existencia del concepto como tal y que sin embargo me la describió con enorme precisión. Llegar a cierta edad con memoria es un verdadero regalo. Al menos para los demás.
En fin: Han llegado los "Pasajes" de Benjamin y he comenzado a leer lo de Morla Lynch pero me tomo nota, como le decía. Anagrama es Anagrama.
Saludos,