¿Y esto otro? Los comentarios de los lectores están bien. Mejor que la idea. Aquéllos ponen ésta en evidencia. Los collages de los conductores recuerdan de inmediato las fotos verdaderas que hemos visto tantas veces: La del afgano que conduce un carro tirado por un burro y cuyo eje es el de un camión de seis toneladas, o la otra en la que un hindú transporta una pirámide de fardos de algodón en su minúscula motocicleta.
El carricoche que aquí se ve recuerda aquella vivienda rodante y cilíndrica ideada para hommeles que se expuso no sé si en el Whitney. Su utilidad no fue más allá de los mercados del arte.
Si fuera yo un sin techo –de qué agua no beberemos- o un vietnamita de arrozal aterrazado, iría al Whitney o a los estudios donde se diseñan pavadas de estas a preguntar si el despiporre va conmigo.
Tal vez el nombre del estudio de alguna pista sobre la forma de entender el producto
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