Que venga el verano con perros,
con charcas y barrros.
Pero que venga.
Que llame a la puerta
la mayor galbana,
el peor de los mosquitos.
Que venga el verano.
Bebamos. Volvamos a beber.
Perdamos la conciencia.
El cráneo sobre un mantel
de hule y cuadros verdes.
Vendrá de nuevo septiembre.
Alguien aguarda sin prisa.
Sostiene en la mano
una caña pelada
para metérnosla
por donde suele.
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