Es como si la dirección de la Tate estuviera dispuesta a desbancar a la de la Tate Modern. O al menos a no desaprovechar sus pasillos. Hay unos Harrier dificultando el paso que harán las delicias de los protestadores oficiales. Pero a nada que uno se detenga un momento en las salas dedicadas a Turner, pongo por caso, verá la directa relación entre éste y los mamotretos del pasillo. No cuesta mucho. La violencia, la maquinaria creada para ejercerla, y la belleza o al menos un cierto tipo de belleza son inseparables. Los cielos de Turner filtrados por el fragor de la batalla naval. Los mástiles caídos sobre cubierta con lo aparejos vencidos y en desorden apenas intuidos son ahora difícilmente repetibles. A esto, a la representación, ha sucedido la tautología misma y la evocación se ve relevada por el objeto. Y no sin éxito. Al menos en cuanto a la emoción estética.
Tate
Tate
No hay comentarios:
Publicar un comentario