Me cito con Asun Goicoetxea cerca de la opera de la Bastilla; en la Brulerie de la rue Daval. Tras la barricada de sacos de café, a mano derecha hay una minúscula cafetera eléctrica. La mujer que la atiende no parece capaz ni de accionar el interruptor. Sin embargo, si uno consigue decidirse por una entre las mil mezclas que se exponen a su vista, bastarán tres o cuatro minutos para que madame nos sirva un café de verdad. Le pregunto por el que estoy bebiendo. Madame contesta que hace no mucho, ha logrado el sabor ideal mezclando siete tipos distintos en sus proporciones justas y que está muy contenta de haberlo conseguido.
4/7/10
Brulerie Daval
Me cito con Asun Goicoetxea cerca de la opera de la Bastilla; en la Brulerie de la rue Daval. Tras la barricada de sacos de café, a mano derecha hay una minúscula cafetera eléctrica. La mujer que la atiende no parece capaz ni de accionar el interruptor. Sin embargo, si uno consigue decidirse por una entre las mil mezclas que se exponen a su vista, bastarán tres o cuatro minutos para que madame nos sirva un café de verdad. Le pregunto por el que estoy bebiendo. Madame contesta que hace no mucho, ha logrado el sabor ideal mezclando siete tipos distintos en sus proporciones justas y que está muy contenta de haberlo conseguido.
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