He dejado el coche junto al río para entrar en Estella por la calle de los Curtidores y enseguida he notado una especie de anacronismo olfativo. Olía a mies segada. Ni siquiera es primero de junio. Faltan tres semanas para que el cereal se ponga amarillo y, depende de cómo vaya el año, hasta dentro de cuarenta días no se cosecha. Sin embargo olía a gavillas de trigo. No ha sido una cosa de la imaginación. Llegaba el olor del sur, de lejos; sin haber perdido nada de su intensidad y venía a caer por las lomas del Santo Sepulcro, justo donde yo estaba. Ha sido prácticamente nada -aunque insisto en que el olor era real- pero ese nada ha desencadenado una especie de agradable no saber, una leve embriaguez proporcional a la nimiedad del acontecimiento.
quizá el olor que has sentido hoy no era de mies sino de forraje... también en la zona de Estella se siembra forraje para alimentar al ganado... y por lo que he podido ver estos días, esta primera siega ya se ha realizado: subiendo por la antigua carretera de El Perdón se pueden ver los campos recién segados.
ResponderEliminarrinconete
Nadie como un oriundo para poner a uno en su sitio y liquidar la ensoñación.
ResponderEliminarGracias Rinco.