fotografía digital 30x50 (C)
Dos por cuatro
¿De dónde vinieron? Las historias que se entrecruzan en el escenario son tan hermosamente trágicas que uno debe hacerse esta pregunta. Y aún más: ¿cuánta abyección traían con ellos? ¿Dónde vislumbraron los últimos restos de color antes de adentrarse en la montaña? Tal vez lloviera; un preludio de la nieve. El sonido de los limpiaparabrisas chocando con el marco; goma contra goma. Un desajuste; un chirrido. Conocemos ese ritmo de dos por cuatro. Lo recordamos con pequeñas variaciones de muelles o hilos de goma agitados por el viento. Viajar acompasadamente y a cada pasada del “limpia”, las gotas de lluvia desenfocando el último lugar civilizado antes de adentrarnos en el oscuro camino de la noche: una gasolinera brillando bajo el aguacero.
Condición y Belleza
¿De qué hablábamos? Sí; de la flexibilidad. Cuánta elegancia para hablar de la condición humana. Tenemos suerte: la Belleza es un asunto en movimiento. Hace poco, un periodista de referencia publicaba uno de esos artículos suyos, estilo Flatairon. “Quiero estar de acuerdo –decía- con Denis Hutton cuando subraya… que la belleza tiene un patrón objetivo.” La flexibilidad de los Peppin Tom es de una belleza que asombra. Ignoro si es canónica o heterodoxa pero sé que el uso del cuerpo como principal elemento narrativo resulta aquí asombroso y de una plasticidad exquisita.
32, rue Vandenbranden Compañía Peeping Tom 5 de mayo 20:00 Teatro Gayarre, Pamplona.
sobre la nieve quiero
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