La visista a la casa de Rembrandt tiene efectos no previstos. Uno se pega el “mango-explicador” a la oreja y recorre las hermosas habitaciones del edificio esperando que a la salida le quede el recuerdo de un pasado glorioso con un triste final. Sin embargo lo que prevalece es el derecho hipotecario; la ejecución de los derechos reales y de los bienes muebles accesorios. ¿Cómo era el interés en 1630? ¿Fijo o variable? A Rembrandt le subastaron la casa veinte años después de que comenzara a pagar su préstamo. Se llevaron por delante hasta las bacinillas. Me acordé de un ilustre navarro: d. Martín de Azpilicueta. El hombre que supo solventar el pecado de prestar con intereses.
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