13/8/09

Montaigne y el olvido



Una historia acerca de cualquier aspecto del pensamiento tiene que pasar por Montaigne. Imposible esquivarlo. Harlad Weinrich escribió hace diez años Leteo, arte y crítica del olvido. El repaso por el recuerdo y su negación es formidable y ameno, aunque en un balance final parece ganar el primero respecto del segundo. Cuando Weinrich Llega a Montaigne, se centra en el ensayo dedicado a La educación de los niños y concluye que el olvido está implícito en su crítica de la memoria y “pronto saldrá explícitamente a la luz en la historia de la cultura".

Weinririch. Pasa por alto (¿olvida?) el capítulo IX del libro I. Los mentirosos

"A nadie le cuadra menos ponerse a hablar sobre la memoria. En efecto, casi no reconozco traza alguna de ella en mí, y no creo que haya otra en el mundo tan extraordinaria en flaqueza. Mis restantes características son viles y comunes, pero en esta creo ser singular y rarísimo, y digno de adquirir nombre y reputación. Además del inconveniente natural que sufro por este motivo, pues ciertamente, dado lo necesaria que es, Platón tiene razón cuando la llama grande y poderosa divinidad. Si en mi país se dice que un hombre carece de juicio, se dice que no tiene memoria, y cuando me quejo del defecto de la mía, me riñen y no me creen, como si me acusara de ser insensato. No ven la diferencia entre memoria y entendimiento."


Montaigne continúa hablando de la memoria y el olvido y en un momento determinado, hablando de las ventajas de no recordar, dice:

"En segundo lugar, porque me acuerdo menos de las ofensas recibidas, como decía aquel antiguo. Necesitaría un protocolo, como Darío, quien para no olvidar la ofensa que le habían inflingido los atenienses mandó que, cada vez que se sentara a la mesa, un paje le repitiera tres veces al oído: 'Majestad, acordaos de los atenienses.' Y porque los parajes y los libros que vuelvo a ver me sonríen siempre como una fresca novedad."


Como Weinririch es hombre de cátedra se fija más en la educación que en el sentimiento y llegando a Montaigne no engarza. Explica bien cómo a partir del alcalde de Burdeos la mnemotécnica cede a favor de la comprensión, pero no muestra el alma de quien echa de menos la memoria.

En la imagen, el texto original que media, aproximadamente, entre los reproducidos.
(Oxford Univ. Montainge Project )

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