¿De qué se habla en los almuerzos? Somos seis a la mesa. Todos tenemos teléfono móvil.
Cada vez que HR* recarga su tarjeta, recibe un mensaje de una compañía de politonos sin ningún contenido. De inmediato pierde el 80% de su saldo. Recuerda haber descargado una melodía el año pasado. Hace una semana siguió las instrucciones que aparecen en la página de la empresa para darse de baja. Sin resultado. HR* tiene 17 años.
Durante el mes de agosto FL* ha estado recibiendo en su móvil decenas de llamadas procedentes de números de cuatro cifras. Luego llegó la factura. Intentó no pagarla. También intentó darse de baja en la compañía telefónica. Con el miedo en el cuerpo, borró todos mensajes excepto el último. En "atención al cliente" le sugirieron que abonara la deuda para agilizar la baja. Así lo hizo, burofax incluido. Hasta ahora.
Localizar el teléfono de la cadena televisiva no fue fácil. Sí lo fue dar con un responsable; iLe costó un poco, pero ncluso se identificó y se comprometió a enviar un mensaje a FL* confirmándole que los mensajes cesarían desde un momento determinado. Imposible obtener la devolución de cantidades, ni un teléfono con prefijo provincial de la empresa que gestiona los concursos origen del problema. FL* tiene 84 años
VM* no almuerza hoy con nosotros. Se marchó a su casa la semana pasada después de pasar un mes con FL* y con SM*. Se recuperaba de una intervención quirúrgica. En el buzón de su domicilio le aguardaba una factura de su compañía telefónica con todas las llamadas que no había hecho durante 37 días. Creo que VM* ha cumplido 81 años.
A los postres suena el móvil de SM*. Es un mensaje de otra compañía de politonos. De momento, no hay factura. Cuando escribo el nombre de estas empresas en el cuadro de diálogo de Google los resultados de la primera página son abrumadores: darse de baja en, estafa de, soy víctima de… SM* tiene 81 años.
Estamos invitados a tomar café en casa de AA* Llevo preparadas unas notas que me pidió. Hemos conseguido recuperar 29,40 € que su compañía telefónica le ha devuelto. Quedan por recuperar 78 €. AA* recibió el 14 de junio 71 llamadas de un 905. Es decir: no las hizo ella. Una máquina marcaba su número. Ninguna supera los 10 segundos. AA* recuerda vagamente que, en efecto, descolgaba el teléfono y una voz mecánica intentaba decirle algo sin demasiado éxito. Enseguida, la conversación se cortaba. En junio, AA* cumplió 87 primaveras.
De estas cuatro personas, una es estudiante. Las otras cuatro, pensionistas, mayores de ochenta años, tres de ellas viudas y una soltera.
Queda el 905. Una lucha para la que no sé quién está preparado. No lo están las asociaciones de consumidores que se conforman con llamar a FL* y preguntarle cómo va lo suyo. -Téngame al corriente –le dicen-. porque estamos muy interesados en su caso. Tampoco parece estar preparado el sistema penal. La redacción de los artículos 248 y 249 del Código parecen hacer imposible la persecución de este atropello, que supone un beneficio más que dudoso para unos y serios quebrantos económicos para otros. Como aquéllos se obtienen sumando cantidades inferiores a 400 € no hay forma de llevar ante los tribunales a los primeros mientras que los segundos se ven privados de cualquier arma efectiva que les permita recuperar lo que perdieron sin gastar una suma superior.
Cada vez que HR* recarga su tarjeta, recibe un mensaje de una compañía de politonos sin ningún contenido. De inmediato pierde el 80% de su saldo. Recuerda haber descargado una melodía el año pasado. Hace una semana siguió las instrucciones que aparecen en la página de la empresa para darse de baja. Sin resultado. HR* tiene 17 años.
Durante el mes de agosto FL* ha estado recibiendo en su móvil decenas de llamadas procedentes de números de cuatro cifras. Luego llegó la factura. Intentó no pagarla. También intentó darse de baja en la compañía telefónica. Con el miedo en el cuerpo, borró todos mensajes excepto el último. En "atención al cliente" le sugirieron que abonara la deuda para agilizar la baja. Así lo hizo, burofax incluido. Hasta ahora.
Localizar el teléfono de la cadena televisiva no fue fácil. Sí lo fue dar con un responsable; iLe costó un poco, pero ncluso se identificó y se comprometió a enviar un mensaje a FL* confirmándole que los mensajes cesarían desde un momento determinado. Imposible obtener la devolución de cantidades, ni un teléfono con prefijo provincial de la empresa que gestiona los concursos origen del problema. FL* tiene 84 años
VM* no almuerza hoy con nosotros. Se marchó a su casa la semana pasada después de pasar un mes con FL* y con SM*. Se recuperaba de una intervención quirúrgica. En el buzón de su domicilio le aguardaba una factura de su compañía telefónica con todas las llamadas que no había hecho durante 37 días. Creo que VM* ha cumplido 81 años.
A los postres suena el móvil de SM*. Es un mensaje de otra compañía de politonos. De momento, no hay factura. Cuando escribo el nombre de estas empresas en el cuadro de diálogo de Google los resultados de la primera página son abrumadores: darse de baja en, estafa de, soy víctima de… SM* tiene 81 años.
Estamos invitados a tomar café en casa de AA* Llevo preparadas unas notas que me pidió. Hemos conseguido recuperar 29,40 € que su compañía telefónica le ha devuelto. Quedan por recuperar 78 €. AA* recibió el 14 de junio 71 llamadas de un 905. Es decir: no las hizo ella. Una máquina marcaba su número. Ninguna supera los 10 segundos. AA* recuerda vagamente que, en efecto, descolgaba el teléfono y una voz mecánica intentaba decirle algo sin demasiado éxito. Enseguida, la conversación se cortaba. En junio, AA* cumplió 87 primaveras.
De estas cuatro personas, una es estudiante. Las otras cuatro, pensionistas, mayores de ochenta años, tres de ellas viudas y una soltera.
Queda el 905. Una lucha para la que no sé quién está preparado. No lo están las asociaciones de consumidores que se conforman con llamar a FL* y preguntarle cómo va lo suyo. -Téngame al corriente –le dicen-. porque estamos muy interesados en su caso. Tampoco parece estar preparado el sistema penal. La redacción de los artículos 248 y 249 del Código parecen hacer imposible la persecución de este atropello, que supone un beneficio más que dudoso para unos y serios quebrantos económicos para otros. Como aquéllos se obtienen sumando cantidades inferiores a 400 € no hay forma de llevar ante los tribunales a los primeros mientras que los segundos se ven privados de cualquier arma efectiva que les permita recuperar lo que perdieron sin gastar una suma superior.
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