El cuatro de junio se subastan en Argenteuil los restos del archivo de Cami y Sasha Stone, una pareja de fotógrafos a los que Europa enloquecida empujó de un país a otro. Residieron en Berlín en 1928. Podría decirse que su retrato de la ciudad es más o menos neutro y que sólo las fotos hechas en el barrio judío tienen un aire de fugacidad, de temor. El peluquero de la número 93, por ejemplo, se asoma a la calle con inseguridad, como si el tráfico no fuera a traerle nada bueno.
Mientras repaso el catálogo miro también otras imágenes de Berlín. La puerta de Brandeburgo en pie entre las ruinas, el soldado ruso -de Yevgueni Jaldei- con un reloj en cada muñeca, todavía sin censurar, dos hombres troceando un caballo.
Apenas diecisiete años.
Mientras repaso el catálogo miro también otras imágenes de Berlín. La puerta de Brandeburgo en pie entre las ruinas, el soldado ruso -de Yevgueni Jaldei- con un reloj en cada muñeca, todavía sin censurar, dos hombres troceando un caballo.
Apenas diecisiete años.
Impresionantes y muy bellas imágenes.
ResponderEliminarSaludos.
¡Ah la belleza! Nací 14 años después de que los dos hombres de la foto terminaran de trocear el cadáver del caballo y conforme voy cumpliendo años, el tiempo se comprime hasta hacerlo todo peligrosamente cercano. No sé por qué, da la sensación de que ese "todo" es circular; impresionante, bello y circular.
ResponderEliminarSaludos, Juan Luis