15/4/09

Sevilla: campo de visión


Delante de la iglesia de san Jacinto hay un ficus de proporciones descomunales. Parece un magnolio cuyas raíces no acabaran de encontrar sustento; condenadas a rastrear la superficie, dan a la entrada del templo un aire de manglar para creyentes. El Ficus macrophylla –dicen los libros- no debe plantarse cerca de las edificaciones debido a su vigoroso desarrollo. Entre éste y la iglesia hay una distancia prudencial. No hay riesgo para los cimientos.

La capilla de los marineros está en obras; vacía. Entre dos contendores y unas lonas se adivina el hueco negro de la nave. Se han llevado todo a la iglesia de santa Ana: cristos, vírgenes y santos; aquí, no queda nada: un par de albañiles que fuman a la entrada y otra vez el delicado placer del negativo, del molde.

Voy hacia la catedral vieja. Conforme pasan los días parece que el campo de visión de mis ojos ha aumentado. Veo mejor hacia los lados. La calle se ensancha.

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