Joseph Sansboeuf el hombre que da nombre a nuestra calle, fue un gran gimnasta y difundió el ejercicio físico en Francia. Amigo de Gambetta, un imprescindible en el callejero francés, y del barón de Coubertin, sostuvo con energía la causa de la anexión de Alsacia y, a la postre, como en otros casos, confundió un poco la gimnasia con la magnesia. El esfuerzo físico y unísono despierta un no sé que, que qué se yo.
No hay manifestaciones gimnásticas como las de antaño: por no hablar de la paja en el ojo ajeno, miremos la cabecilla de Franco el uno de mayo asomando en el palco del estadio. Iba a decir que no hay necesidad de enardecer al pueblo porque no hace falta ir a la guerra de cien mil en cien mil, pero no es verdad.
Aquellas gafas de Franco ¿no se parecían a las de Elvis?
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