28/12/08

Arriba y abajo

Conocí a Giai-Miniet en Mayo. Cuidaba los restos anuales del Salón de primavera de París, relegado ahora a una bajera alquilada por diez días en la que ni si quiera se ve pintura pour épater le bourgeois; al menos en apariencia. Marc es un hombre amable y dualista. En sus cajas, la separación entre el bien y el mal es casi radical. Uno y otro están apenas unidos por un degradado en el color de la arquitectura y el mobiliario de cada obra. Por supuesto, el mal está en el subsuelo, en el sótano. Desde allá abajo solo las tuberías de las calderas suben hacia las habitaciones nobles y soleadas cuyas paredes se hallan cubiertas de libros. Las escaleras parecen no utilizarse. Le pregunté de manera bastante clara si esa era su visión del mundo. No tuvo problemas para decirme que sí. Por motivos muy distintos, pero como si estuviera en un Salón del XIX, me sentí escandalizado a la manera del burgués. Arriba y abajo; lo bueno y lo malo, conectados solo por delgados tubos, Una representación del maniqueísmo -más o menos ingenua- consiguió alterarme y aún lo hace.

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