24/11/07

Henry Focillon

Navego. Pasan trasatlánticos, remolcadores y pesqueros. Me cruzo con dos textos de Henry Focillon. Parecen balandros. Uno se llama Elogio de la mano. Es 1934.

“El artista que corta su madera, bate su metal, amasa su arcilla o talla su bloque de piedra trae hasta nosotros el pasado del hombre, el pasado del hombre antiguo sin el cual nada seríamos. ¿ No es admirable ver levantado entre nosotros, en la era mecánica, a este entusiasta superviviente de la edad de la mano? Los siglos han pasado por él sin alterar su vida profunda, sin hacerle renunciar a sus antiguos modos de descubrir el mundo y de inventarlo. La naturaleza es siempre para él un receptáculo de secretos y de maravillas. Siempre hurtándolos con sus manos desnudas, débiles armas, para introducirlos en su propio juego. Así empieza de nuevo, perpetuamente, un formidable “otra vez”; así se rehace, sin repetirse, el descubrimiento del fuego, del hacha, de la rueda, del torno. En el taller de un artista están escritas por todas partes las tentativas, las experiencias, las adivinaciones de la mano, las memorias seculares de una raza humana que no olvidó el privilegio de usar las manos.”

2 comentarios:

  1. Anónimo25/11/07

    He aquí una variante del privilegio de usar un artista las manos:
    No sé usted, pero yo no he leído 2666, ni siquiera la leí en su momento. Pero sé que hay un pasaje en el que aparece un pintor, cuyo nombre ahora no recuerdo, que hizo una exposición en la que el cuadro final consiste en una serie de retratos en espiral y una mano derecha disecada colgada en el centro del cuadro. La suya. Lo vendió todo.

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  2. No,no lo he leído. Eduardo Laporte cuenta una anécdota amarga sobre su ejemplar

    http://blogs.periodistadigital.com/elnaufrago.php?s=bola%F1o&x=0&y=0&sentence=AND

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