Leí la pasada semana un par de reseñas de Cuadernos (1894-1945) de Paul Valéry, una pequeña parte de las 261 libretas que escribió durante cincuenta años. Manuel Hidalgo (no enlazable) parece tenerle menos fe al volumen que José Andrés Rojo
Ego, Lenguaje, Filosofía, Sistema, Memoria, Tiempo, Sueño, Conciencia, Eros, Matemáticas, Ciencia, Poesía, Historia-Política… Lo mismo que las etiquetas de los blogs. Ya podían.
“Entre 1957 y 1961, y con una discreta tirada de cinco centenares de ejemplares, se publicaron los cuadernos en 29 tomos.” (Edición facsimilar.)
Ambas reseñas incluyen una referencia a El cementerio marino y Manolo termina la suya con una buena traducción de los versos repetidos La mer, la mer, toujours recommencée.
Total, que supongo que le echaré un ojo. Y a lo que iba: mientras leía las reseñas me he acordado de dos youtubes: El primero da cuenta de qué dioses abandonamos a nuestro paso. El otro está dentro de la sección Abandonos de Fogonazos, una colección de vídeos e imágenes que construyen una historia de la melancolía contemporánea.
Stable trésor, temple simple à Minerve,
Masse de calme, et visible réserve,
Eau sourcilleuse, Oeil qui gardes en toi
Tant de sommeil sous une voile de flamme,
O mon silence! . . . Édifice dans l'âme,
Mais comble d'or aux mille tuiles, Toit!
Temple du Temps, qu'un seul soupir résume,
À ce point pur je monte et m'accoutume,
Tout entouré de mon regard marin;
Et comme aux dieux mon offrande suprême,
La scintillation sereine sème
Sur l'altitude un dédain souverain
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