Este año las golondrinas llegaron en mucho menor número y con una semana de adelanto. En el último decenio, las primeras aparecerían invariablemente el siete o el ocho de mayo. Este año vi la primera el lunes treinta de abril, mientras intentaba convencer de no recuerdo qué a un secretario judicial. Desde la ventana de su despacho se ven los viejos nidos construidos bajo el alero de la casa de enfrente. En realidad no son golondrinas; son aviones comunes. Pero comenzar un texto diciendo que este año los aviones llegaron en mucho menor número, puede llevar a confusión. El avión común salió de uno de los nidos y echó a volar. Le dije al secretario judicial que este año las golondrinas se adelantaban, pero no pareció interesarle demasiado.
En el jardín de casa la actividad ornitológica ha sido muy intensa a partir de junio. La paloma torcaz que asustaba a otros pájaros más pequeños apenas ha estado un par de semanas sobre los tejados vecinos. Así, que libres de su presencia, otras especies han campado a sus anchas. El mirlo que canta las primeras notas de cumpleaños feliz ha vuelto al tilo y una pareja de Zarceros anidaron en la morera. Con la primera tormenta uno de los pollos cayó al suelo. Volvimos a dejarlo en el nido sin muchas esperanzas, pero salió adelante.
Años atrás los trinos de los pájaros se escuchaban hasta agosto. Ahora ya no. El quince de julio casi todo está en silencio. Mucho antes, tal vez veinticinco años antes, las bandadas de aviones hacían círculos chillando como posesos sobre la casa de mi abuela, sobre su jardín, después de comer. No; era más tarde. Estaba atardeciendo.
En el jardín de casa la actividad ornitológica ha sido muy intensa a partir de junio. La paloma torcaz que asustaba a otros pájaros más pequeños apenas ha estado un par de semanas sobre los tejados vecinos. Así, que libres de su presencia, otras especies han campado a sus anchas. El mirlo que canta las primeras notas de cumpleaños feliz ha vuelto al tilo y una pareja de Zarceros anidaron en la morera. Con la primera tormenta uno de los pollos cayó al suelo. Volvimos a dejarlo en el nido sin muchas esperanzas, pero salió adelante.
Años atrás los trinos de los pájaros se escuchaban hasta agosto. Ahora ya no. El quince de julio casi todo está en silencio. Mucho antes, tal vez veinticinco años antes, las bandadas de aviones hacían círculos chillando como posesos sobre la casa de mi abuela, sobre su jardín, después de comer. No; era más tarde. Estaba atardeciendo.
Los trinos escasean y las obras cercanas han hecho huir a una pareja de milanos reales que tenían su dormidero cerca de casa. Es doce de septiembre y aún no han aparecido los petirrojos.
Aqui los petirrojos ya han llegado.
ResponderEliminarY voluptuosas arañas se descuelgan hilo abajo en las ramas de los arboles. Las nubes van y vienen. Por la noche asoman las primeras estrellas del invierno. Quiero creer que puedo escribir sobre todo ello, pero no puedo.