Otro de los sueños que tiene que ver con el librito de que Lászlo Krasznahorkai. Estoy en los arrabales de una ciudad. Me pierdo casi a conciencia y tomo algunas fotografías. Disfruto del paseo y de hallarme en un lugar que no conozco. Cuando decido regresar me doy cuenta de que algo ha cambiado y que en el camino de vuelta hay algo distinto. Se trata de una casa de dos o tres pisos de altura que había tomado como referencia para mi regreso y que ahora se ha dividido verticalmente: la parte derecha es en realidad una enorme maquinaria hidráulica, un brazo que, extendiéndose, ha empezado a recorrer la calle lentamente en el sentido contrario al que yo lo hago. Entonces decido que si me agarro a la parte inferior de ese brazo podré disfrutar de un paseo cuyo destino ignoro. La idea me seduce y consigo sujetarme sin problemas. Creo que viajo sólo un poco más deprisa que si lo hiciera andando. Mi espalda queda a un metro del suelo. Sin embargo, poco a poco la distancia entre la máquina y el suelo se va reduciendo de manera que corro el peligro de quedar aplastado. Esto sucede muy lentamente, pero para cuando me doy cuenta ya no tengo tiempo de soltarme, así que si el brazo hidráulico no se detiene por algún motivo, la despreocupada decisión de asirme a él, habrá sido fatal. Cuando mi espalda comienza a rozar el asfalto, me despierto.
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