Kassel era un hervidero en el setenta y siete. Lo nuevo y lo consagrado se daban de golpes como los dos tomos del catálogo. Uno dedicado a la pintura y otro a la fotografía al cine y al vídeo. Esta división categórica resulta desde aquí lejos una afrenta para… ¡la pintura! que se prepara ya para ser la hermana pobre del tinglado general de bienales y similares. El libro dedicado a las artes reveladas se abre con una foto de la que hablábamos hace poco: el boulevard du Temple de Daguerre, santo y seña de la recopilación,
En cuanto a la pintura, no hay más remedio que señalar fechas y hacer composiciones de lugar. Po ejemplo:
En cuanto a la pintura, no hay más remedio que señalar fechas y hacer composiciones de lugar. Po ejemplo:
De Kooning estaba en Kassel; tenía 73 años.
Lupertz tenía 36 y ya pintaba los torsos que ahora dice haber descubierto, coronados con el casco militar alemán.
¿Dónde estarán las piscinas de Hans Peter Reuter?
Y sobre todo ¿Conoció entonces Kiefer a Malcolm Morley? Èste llevó a Kassel una pieza llamada “la edad de las catástrofes” en la que los aviones y los barcos que Kiefer usa con tanta profusión, aparecen como un germen relegado?
Pregunto a la bibliotecaria si puedo hacer una fotocopia. La respuesta es positiva.
He aquí (aquí arriba) la prueba.
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