18/1/06

Trocadéro

1 comentario:

  1. Anónimo19/1/06

    He aquí una torre que en su día fue la construcción más alta del mundo. Hoy hay tantos edificios arrogantes que la miran por encima del hombro. La niebla, como ocurre con algunos árboles en medio del bosque, lejos de taparla, la descubre, la coloca delante de una cortina que destaca sus líneas estilizadas. La torre es elegante en su altura, con ese tributo a la ingeniería de la época. Los aviones no necesitan esa luz alta para no estrellarse contra ella, pero la luz que gira en lo alto es una llamada, un guiño al hombre empequeñecido por la dimensión del monumento, que la contempla desde la izquierda ensimismado, convertido en estatua. La luz que gira dibuja la torre más quieta todavía. Su destello gratuito, incesante, es el gesto de un poeta que se pone una bufanda al cuello antes de perderse en el frío de estos días.

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