Extraño mi cama. Duermo mal y salgo a pasear el insomnio. Pulgarcito dejaba migas de pan, como los parisinos dejan monumentos dorados. Puede seguirse el camino fijando la vista en la cúpula de les Invalides, pont Alexander y le Petit Palais reinaugurado no hace mucho. París dora sus monumentos de tanto en tanto, como si fuera accionista de una fábrica de purpurina. Una excepción: el carro en bronce sobre el Grand Palais, aún en obras. Sube mucho frío desde el Sena; vuelvo a la cama siguiendo las migas.
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