Hace ya un tiempo le pregunté a S.O., un parisino de los que describe Gambeta hablando de la nueva couche, por qué la filosofía francesa había dejado de dar respuestas. S.O., que es un tipo cauto, me dijo que tal vez estábamos en el tiempo de las preguntas. Puede ser. Yo me estaba refiriendo a Baudrillard y compañía a quienes había leído durante los últimos años, primero con avidez y luego con desgana, esperando encontrar respuestas francesas a preguntas europeas. Al final me di cuenta de que, en realidad, estaba frente a un conjunto de síntomas y no de soluciones. La filosofía, el ensayo se habían convertido en una especie de sociología a posteriori, mezclada con una pizca de escritura poética. No quedaba nada de Montaigne. No quedaba nada de nada. Todo eran constataciones o, a lo sumo, profecías de medio pelo sin atisbo de solución.
Yo creo que esto se basa más en lo que decía Foucault, la constatación de que el intelectual ha perdido su lugar en la sociedad, y ya no le pedimos respuestas. ¿Puede ser que de algún modo, como ya no le pedimos respuestas, se haya agotado en parte su capacidad para proporcionarlas? Es cierto, la sociología se ha convertido en constataciones, pero, querido Passy, también es una constatación la literatura americana de los 80 (véase Carver), que a usted tanto le gusta. ¿La constatación de la pura desesperación quizás?...
ResponderEliminarDe acuerdo punto por punto.
ResponderEliminarPepe Cerdá