15/11/05

Atisbos I

¿Por qué la imagen de Chirac resulta tan poco creíble? Chirac con gafas, leyendo el teleprompter, haciendo hincapié en algunas frases mientras sus ojos deambulaban por el texto escrito de este lado, del lado del espectador. En el momento en el que a un mandatario se le nota que lee el teleprompter, todo se viene abajo. No hay frase que resista ese vaivén de la mirada, esa búsqueda de la palabra siguiente. Esto hace que el análisis del discurso pase a un segundo plano. De hecho un comentarista calificó de insólito que Chirac apareciera con gafas. La sola mención de las gafas hace que el resto de la información, el contenido del mensaje, pase a un segundo plano. Quizás con razón, porque hay poco que decir. La apelación a la grandeur y los eufemismos para designar la miseria, casan mal con la realidad y si el problema empieza a aflojar será más por aburrimiento que por solución.

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