30/10/05

A caballo

El problema de atravesar estas junglas es que, a pesar de que otros ya han pasado antes, la vereda se ha cerrado. Ha crecido la maleza, incluso los árboles tronchados crecen como la planta de las habichuelas mágicas. Nada de lo que encontraron quienes nos precedieron sirve a nuestros intereses porque, en efecto, se trata de una experiencia interior, cuyo final cierra el paso al siguiente intento y sólo permite al ajeno ser espectador del suceso o encaminarse por una senda que él mismo tendrá que abrir.


Bataille ya dice que el arrobamiento no lleva a ninguna parte si se ha eliminado su carácter religioso. ¿Llevaría a algún lado el misticismo religioso?


Sin embargo no renunciamos. El suceso puede ser objeto del éxtasis, una especie muy primaria, pero a la que recurre Bataille como vimos antes: la conjunción de tres elementos físicos y un estado psíquico determinado le permite llegar al éxtasis; parece que incluso de una forma involuntaria, aunque esto sería cierto sólo en parte, toda vez que la producción del estado necesita un mayor o menor bagaje cultural.


Parecería pues lógico que este intento de Bataille y de tantos otros no sea más que un remake sin fundamento, en el que lo que interesa son los efectos especiales. Pero para eso habría que partir de la pregunta hecha más arriba ¿Y el misticismo? El misticismo tenía al menos una meta que para nosotros estaba bien definida, toda vez que el objeto último era el Insustituible, era el Único. O bien había un problema en aquella ascesis o bien lo hay en ésta. O tal vez no: a pesar de la desaparición de referencias, seguimos buscando la excelencia interior o exterior, aunque no conduzcan a nada.


Tengo que encontrar El sepulcro sin sosiego en el que, si no recuerdo mal, Cyril Connolly habla de esa excelencia, volcada hacia el exterior. Tal vez así pueda cerrar un círculo de ideas y regresar al principio, si es que se puede volver.

Mientras tanto, a caballo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario