Dice Durero “…porque un buen pintor está en su interior lleno de figuras, y si fuera posible que viviera eternamente, siempre tendría algo nuevo que expresar a través de sus obras, extrayéndolo de las Ideas interiores sobre las que escribe Platón.”
Viene esto al caso de los diccionarios de ideas recibidas, de su uso y abuso. Hay quien dice que, en verano, cuando un articulista no tiene nada de qué hablar, se arranca desde la A a la Z con cualquier excusa.
Estaba leyendo el Diccionario de ideas recibidas del pintor Eduardo Arroyo, escrito por Francisco Calvo Serraller y tengo en parte esa impresión. En realidad es una forma como otra cualquiera de acumular ideas o de exponerlas, pero las más de las veces resulta artificial. Se refiere Calvo al diccionario de ideas recibidas de Flaubert, como una obra inacabable. Habla también de pasada de esa idea borgiana de levantar un mapa del mundo escala 1:1. Son, creo, apoyos para una obra escasa.
Por otra parte, la utilidad de este tipo de diccionarios, cuando son propios, está fuera de toda duda, La elaboración personal de un listado de ideas recibidas, empiecen éstas por la A o aparezcan en revuelto, ayudan al cabo a recordar qué ideas tuvimos o recibimos en un momento determinado. Hay al respecto, una recomendación que hace más de un escritor: las notas que se tomen deben ser claras y si es necesario, prolijas. Cualquiera que tome notas habrá sufrido la decepción de no entender qué quería decir en un par de líneas escritas hace una semana. Tampoco está mal un diccionario personal de dudas.
A
Aterrizaje: ¿Debe aplaudirse al piloto que lo hace con extrema suavidad?
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