19/8/05

Rotulador fino

Llama también la atención que en muchos carteles se subraye la prohibición a la que se refieren con la frase “Es la ley.”

En los pasillos del metro y en los vagones hay muchos reclamos para las próximas oposiciones a policía que tendrán lugar en septiembre. A través de una variedad de rostros de agentes que no dejan lugar a dudas en cuanto a sus respectivos orígenes, el Ayuntamiento anima a presentarse con un reclamo que dice más o menos: “La Policía no es sólo el CSI que ves por TV. Tenemos doscientos cuerpos especializados.”

Sobre las fotografías ya he visto más de un “fascism” escrito con rotulador fino, casi como pidiendo perdón, como sin atreverse a usar una brocha del 12. Es la ley. Esta mañana, me he quedado observando como cuatro policías se abalanzaban sobre una mujer, y después de tumbarla cara el suelo para colocarle las esposas, se la llevaban en un ululante coche patrulla.

Vuelvo hacia atrás. La invocación de la ley, parece el techo máximo al que puede llegarse. El espíritu mediterráneo es, al respecto, trasgresor. Pero aquí, da la sensación de que recoger los ñordos que deja tu can en el hierbinche, es una cuestión de legalidad más que de civismo. En París, desde luego, ni una cosa no otra.

3 comentarios:

  1. Anónimo26/8/05

    Me sorprende sobremanera que un ilustrado como usted al que se le supone la pátina universitaria en leyes encuentre criticable la manera en que la ley es destacada por una sociedad. Parece usted decir, eso sí, con rotulador fino, que la ley es un trágala ajeno a la razón, una especie de "per collons", una imposición caprichosa de una minoría poderosa que manda con mano férrea y violenta sobre una sociedad sumisa y silente. Pienso lo contrario, que la exaltación de la ley proviene justamente de que esa ley es la expresión de la voluntad colectiva y de la razón, que el civismo se plasma en la ley y que invocar la ley, lejos de ser una invocación a una normativa represora (habría que usar mejor el adjetivo fascista, aunque sea con el rotulador) es la referencia a la voluntad popular que se ha perfeccionado y se expresa en una norma que los representantes democráticos de la sociedad han establecido. Ya me gustaría que en esta Europa de nuestros prejuicios, de nuestros lugares comunes, de nuestras simplificaciones mentirosas, existiera en la sociedad una estima por la ley como la que se deduce del ejemplo americano que usted enarbola. Y no me diga que a usted le gustaría que no hicieran falta las leyes porque es lo mismo que decir que a usted le gustaría que no viviéramos en sociedad. Y no me diga que el sistema es imperfecto, que ya lo sabemos.

    ResponderEliminar
  2. Pero... ¿puedo decir algo o no?

    ResponderEliminar
  3. Estimado sr. Anonymus:

    Disculpe mi arranque en la anterior contestación. Ud no se merece tales maneras.

    A pesar de sus suposiciones y admoniciones negatorias, diré algo:

    1.-En donde usted vive, si no me equivoco, la primera fuente del derecho no es la ley, sino la costumbre. Tan fácil como eso. Es cuestión de cómo se conciba el asunto.

    2.- Es cierto que se reprocha con frecuencia al sistema judicial español de un exceso de garantismo. -Os vais a morir de garantismo. -le decía hace poco un jurista alemán a otro nacional.

    Eso es una cosa. Otras son,por ejemplo,la negación de garantías fundamentales apoyadas en una legislación abusiva, la suspensión de las mismas por el poder ejecutivo o la separación absoluta entre las ideas de lo legal y lo lícito que tanto conviene a algunas actividades. En todas partes cuecen habas, pero en algunos a calderadas.

    3.-La invocación de la ley per se no es suficiente. El abanico tiene casi trescientos sesenta grados y en la elección del sistema está el quid. Lo demás, las negaciones que ud. hace al final, se refieren, en efecto, a la pura demagogia;

    4.-Debe ser que no consigo explicarme, porque estoy seguro de que mi opinión sobre este asunto no distará mucho de la suya. Lo dije no hace mucho: dura lex, sed dura.

    5.-Deberíamos hablar un poco de los protestantes y la ley, de su concepto de verdad o de su forma de entender el cumplimiento de las normas y hacer una comparación con el catolicismo europeo, permítame remitirle a Max Weber a quien seguro que hará muchos años que ud. le hincó el diente.

    6.-En definitiva, No me diga ud. que invocar la ley, de la manera en que se hace en el cartel de marras, no tiene su punto. No es la ley, es el civismo lo que debe invocarse para que otro ciudadando no se siente en un parque y lo haga encima del zurullo de tu perro.

    7.-Otra cosa -añadida- será la punición que el acto conlleve, pero lo que debería destacarse en los carteles es que se trata de una cuestión de civismo y no de un hecho punible. porque para lo otro, al menos donde usted vive, ya está el precepto que dice: la ingnorancia de la ley no excusa de su cumplimiento.

    Suyo afmo.

    ResponderEliminar