29/4/05

29 de abril de Julio Ramón Ribeyro

Yo creía que el no comer era un avatar típicamente parisino, pero he aquí que van dos días ya que la patrona de la pensión se manda mudar y me deja en la habitación con las tripas hechas un nudo. Con los últimos veinte francos que me quedan he comprado cigrarrillos. Tanto peor, y como escribir es para mí un acto complementario al placer de fumar, seguiré escribiendo la historia de Panchito y de su padre, que anda por buena vía. Mi Manual de Fotografía duerme sobre la mesa. Perduran las malas costumbres literarias.

La tentación del fracaso Julio Ramón Ribeyro

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