Se nota la frontera con el protestantismo. En realidad ya somos protestantes (si somos algo) hasta en España. Somos más de Weber que del Cristo de la buena muerte. Y de la católica Francia queda apenas un aire entre nostálgico-monárquico y mariano. Nunca he hablado con A.I. de estas cosas. Le pregunto por qué venimos a misa.
-Me gusta oirla en francés. -Me dice.- Le da un aire distinto, más civilizado.
Sobre todo -pienso yo- en el Faubourg Saint Honoré. A lo mejor es verdad; es mejor celebrar la Resurrección que la Pasión, esconder huevos de chocolate en el jardín, en vez de sacar dolorosas por las calles. ¿Qué celebramos? cuanto más al norte más distancia con la exhibición del sufrimiento.
A.I. mueve mi mentón tomándolo entre sus dedos índice y pulgar.
-Deberías cambiar de cuchilla de vez en cuando.
- Ainsi soit-il.
Bajo a San Jean de Luz cada verano, olvidando el sofoco de Paris. Ya no soy religioso, bueno, abandoné la frecuencia de los ritos, y a pesar de ello frecuento en mis paseos de Biarritz a Cambó pequeñas capillas con el deseo de sentir una religión más cálida, más emotiva, pero los vascos en este aspecto son contenidos, aún en las iglesias en forma de barco que invitaran a liturgias más apasionadas.
ResponderEliminarSin embargo reencuentro en las carreteras imágenes marianas y piedades pintadas de color pastel, cursis, que transmiten un dolor frío, cortante, más hiriente que el que expresa el apasionamiento. Igual ocurre con los monumentos de los Mártires de la Patria de las dos guerras, abandonados, de cemento, sombrios, rememoran una "Pasión" civil resignada y cruel de una nación razonada.
Cuando veo en el ministerio a nuestra Marianne digo: je vous salue Marie.
Bajo a San Jean de Luz cada verano, olvidando el sofoco de Paris. Ya no soy religioso, bueno, abandoné la frecuencia de los ritos, y a pesar de ello frecuento en mis paseos de Biarritz a Cambó pequeñas capillas con el deseo de sentir una religión más cálida, más emotiva, pero los vascos en este aspecto son contenidos, aún en las iglesias en forma de barco que invitaran a liturgias más apasionadas.
ResponderEliminarSin embargo reencuentro en las carreteras imágenes marianas y piedades pintadas de color pastel, cursis, que transmiten un dolor frío, cortante, más hiriente que el que expresa el apasionamiento. Igual ocurre con los monumentos de los Mártires de la Patria de las dos guerras, abandonados, de cemento, sombrios, rememoran una "Pasión" civil resignada y cruel de una nación razonada.
Cuando veo en el ministerio a nuestra Marianne digo: je vous salue Marie.