"Señores, yo soy un pobre ganadero de ganado de cerda, y esta
mañana salí de este lugar de vender, con perdón sea dicho, cuatro puercos que me llevaron de alcabalas y socaliñas
poco menos de lo que ellos valían; volvíame a mi aldea, topé en el camino a esta
buena dueña, y el diablo, que todo lo añasca y todo lo cuece, hizo que
yogásemos juntos; pagéle lo soficiente, y ella, mal contenta, asió de mí, y no
me ha dejado hasta traerme a este puesto. Dice que la forcé, y miente, para el
juramento que hago y pienso hacer: y ésta es toda la verdad, sin faltar meaja".
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