Los estorninos estuvieron toda la tarde en la morera, sin gritar. Movían alguna rama de vez en cuando o volaban al tejado mientras silbaban frases muy cortas y emitían gorjeos de placer. Daba la sensación de que podía deberse a la temperatura. Refrescaba rápidamente y los pájaros parecían celebrarlo.
En los telediarios han dicho "incluso", "hasta" y "17 provincias". Luego ha aparecido un hombre joven cruzando por un paso de cebra, mientras granizaba; la cabeza un poco hundida entre los hombros, al estilo James Dean. Las bolas de hielo no parecían afectarle. Me ha dado envidia su cráneo por fuera y por dentro.
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